EDITORIAL
Así como sucede al interior de los cursos, dentro del conglomerado de profesores es natural que surjan grupos que se forman en torno a intereses comunes. Pero una práctica que es impresentable dentro de este panorama – y estoy seguro que combatimos con dientes y muelas en nuestras aulas- es el hecho de que unos se crean más que otros, cayendo en el juego de la descalificación y el sectarismo. En una institución cada parte del todo necesita de la otra, como en un reloj. Como organización sindical ese debe ser nuestro objetivo central: aunar fuerzas, escuchar a las bases llegando a decisiones justas, equitativas y no parciales o personales.